Día Mundial del Libro: Sin bibliotecas somos menos humanos y más profundamente solos

May 27, 2023

Los ayuntamientos amenazan a las bibliotecas con el cierre y luego dependen de voluntarios para mantenerlas abiertas. Pero los bibliotecarios profesionales son la clave para una biblioteca saludable

Cuando era pequeña me encantaba todo lo relacionado con las bibliotecas públicas. El suelo lleno de ecos, el aire ligeramente polvoriento, el ritual y el ritmo de estampar libros.

Teníamos muchos libros en casa, pero todos los libros caseros me llegaron a través de mis padres. Ya estaban elegidos, domesticados. Los libros de la biblioteca se sentían diferentes, salvajes como tigres. Vinieron a mí directamente del mundo. Cuando entré a la biblioteca sentí que caminaba a través de la tundra o la estepa, hacia la jungla o bajo el mar. Podía recorrer los estantes, elegir lo que quisiera y descubrir cualquier cosa. Podría vivir dentro de cualquier historia. Me hizo sentir poderosa y libre.

En aquel entonces no tenía idea de que los bibliotecarios hacían algo más que empuñar el bloque de tinta y decirles a los niños ruidosos que se callaran. Me imaginé que los libros volaban hacia los estantes, como pájaros que vienen a posarse.

No me di cuenta de que la embriagadora diversidad que tanto adoraba había sido cuidadosamente creada y hecha accesible y atractiva para mí por bibliotecarios talentosos.

Los bibliotecarios son mucho más que apiladores y catalogadores. Son curadores creativos de sus colecciones de libros. Revisan y renuevan sus rebaños de libros, ajustando lo que tienen para adaptarse a sus lectores, destacando ciertas secciones y temas para reflejar el mundo. Están disponibles para guiar y alentar, para fomentar las relaciones entre los libros y las personas. Sutil, silenciosa e inexorablemente, entrelazan a los individuos en una comunidad. Hacen brillar una biblioteca, como si los libros fueran las escamas de un dragón que se flexiona mientras se pliega y vuela.

Una biblioteca saludable, como un hábitat saludable, es diversa y dinámica. Como las especies en una selva tropical o los peces en un arrecife, los libros en los estantes cambian con el tiempo y la estación, de modo que cada semana hay algo nuevo que descubrir. Una biblioteca saludable invita a la vista y a la mente a pasear.

Este hábitat del libro no surge por sí solo: lo crean los bibliotecarios. Los bibliotecarios son la piedra angular de las buenas bibliotecas. Sin ellos, el polvo se acumula, las colecciones de libros no se actualizan, los lectores no se sienten atraídos ni engañados, las relaciones entre los libros y las personas se reducen a la nada.

Todos hemos visto bibliotecas así. Los lugares donde entras por la puerta y un tinte sepia desciende sobre tu alma. La sola idea de elegir un libro de los estantes sucios parece el epítome de la inutilidad.

Las bibliotecas se ponen así porque han perdido su piedra angular. Alguien con una hoja de cálculo decidió que Internet era ahora una biblioteca, por lo que no se necesitaban bibliotecarios.

Las bibliotecas comunitarias pueden ser lugares maravillosos y los voluntarios hacen un trabajo tremendo para preservarlas tras los recortes gubernamentales. Pero las bibliotecas son un servicio público. Deben contar con la financiación adecuada, los recursos y el personal adecuados, y contar con bibliotecarios capacitados y expertos a tiempo completo. Los ayuntamientos no pueden asumir que pueden amenazar a las bibliotecas con el cierre y luego depender de voluntarios para mantenerlas abiertas. Sin los bibliotecarios y las bibliotecas que estos crean, estamos menos vivos, menos humanos, más profundamente solos.

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